domingo, 22 de marzo de 2015

EVA: Efecto de Violación de la Abstinencia



Hace tiempo que no consumes esa sustancia que durante muchos años te ha absorbido hasta tal punto de no tener control. Te encuentras bien, has cambiado de hábitos, con tu pareja no discutes, ya no hay mentiras…

Un día, sin saber muy bien porqué, cambias de dirección para ir a casa, y te encuentras un antiguo amigo de los que antes te juntabas siempre. Ese día, te sientes muy enfadado porque tu jefe te está dando problemas. Y sin darte cuenta van pasando las horas, y tu colega te invita a una raya. Tú al principio de niegas, pero llevas horas ahí, charlando, desahogándote, empiezan a aparecer antiguos recuerdos de lo bien que te iba hacerte esa raya y aparece un pensamiento del tipo “Por una no pasa nada”.

¿Qué sucede el día siguiente? ¿Qué piensa esta persona frente a su conducta?

Una recaída puede empezar con Decisiones Aparentemente Irrelevantes, de manera que sin darnos cuenta te encuentras frente a una situación de alto riesgo, que representa una amenaza para tu sensación de autocontrol. En el caso del personaje anterior empieza por un cambio de dirección.

La ausencia de respuestas de afrontamiento como la capacidad de decir no, la inhibición de las respuestas necesarias a causa de niveles intensos de miedo y ansiedad, una situación que no se perciba como arriesgada y un proceso de cambio que se ha deteriorado de forma gradual pueden ayudar a que aparezca la conducta adictiva. Estos aspectos disminuyen tanto el nivel de autoeficacia de la persona como las expectativas de resultado de controlar con éxito la próxima situación que implique un riesgo alto.

¿Qué pasa después de estos consumos iniciales? Marlatt señala un denominador común en todos los procesos de recaída, el efecto EVA (Efecto de Violación de Abstinencia), nos sirve para explicar principalmente la pérdida de control.

El primer consumo después de un periodo de abstinencia produce en la persona un estado emocional negativo de culpabilidad y conflicto interno que puede ser reducido si vuelve a consumir. 

El efecto EVA se caracteriza por dos elementos cognitivos:

  • Un efecto de disonancia cognitiva: se refiere al impacto de observarse y compararse la conducta de consumo con la definición cognitiva de uno mismo abstemio. La conducta adictiva no encaja con la autoimagen de abstinencia que ha forjado en los últimos tiempos. Con ello, aumentan las probabilidades de recaída porque cuando era adicto al malestar emocional lo resolvías volviendo a consumir para aliviarlo
  • Un efecto de atribución: la conducta adictiva se atribuye a una debilidad interna o un error personal

La persona que está bajo los efectos de EVA se caracteriza por desarrollar sentimientos de fracaso personal, considera que todo proceso terapéutico se ha perdido, que ha vuelto al principio, se siente decepcionado por haber cedido a la tentación y atribuye el fracaso a errores personales, aparecen sentimientos de ambivalencia en relación con la abstinencia y la recaída, y siente haber defraudado a mucha gente que le quieren y le han dado confianza. Aparecen pensamientos del tipo: “Ves, yo soy un adicto y por ello nunca voy a cambiar”, “Todo lo que he hecho no ha servido para nada”…

Un desliz no significa que se haya fallado en el proceso, es sólo un error de autocontrol. El error no es por debilidad personal ni por imposibilidad de cambio. El error viene por una situación de riesgo demasiado intensa, de sobreestimar la habilidad de afrontamiento. Las situaciones de riesgo tanto pueden ser internas como son los estados emocionales o externas, escenarios asociados a la conducta adictiva. Es por ello que no es catastrófico sino que puedes aprender de ello y continuar por luchar por la abstinencia.

No lo dudes, no lo has tirado todo por la borda, pide ayuda

¡Ánimo!

domingo, 8 de marzo de 2015

HABLANDO DE...AUTOESTIMA



Todo el mundo habla de ella, pero cuando preguntas a los de tu alrededor no saben responder muy bien, de donde sale esa valoración negativa o positiva de la misma.
Podríamos hablar de la infancia de la persona, del apego recibido por sus padres, es viable pero no es el origen perfecto.

Podemos hablar que la Autoestima es la valoración que tenemos sobre nosotros mismos, sobre nuestro Autoconcepto. ¿Y esto qué es? Pues si te fijas, llevas puesta una mochila que te define como tal. ¿Qué opinas de ti mismo en los diferentes ámbitos de tu vida? Laboral, en pareja o como persona, por ejemplo.

Pero, tener un buen autoconcepto no significa tener una autoestima alta. Seguro que conoces de alguien que es guapa, tiene éxito profesional y le van bien las cosas, pero a pesar de ello, no está bien consigo misma. ¿Un poco de lío, no? Resulta que no se lo cree o se siente culpable por tenerlo.

Son esas personas que los de alrededor no las entienden y se sienten peor con ellas mismas, incluso sienten culpabilidad por no ser felices con lo que tienen pero es lo que sienten.

La autoestima es una valoración en un continuo, no es blanco o negro, sino que vacila entre unos puntos, pero lo importante es que esté al alza.

¿Qué les pasa a las personas que tienen la autoestima baja? Si abriéramos sus cabecitas veríamos los mensajes negativos que se envían a ellas mismas. Tiene que ver con la autoeficacia y la autoimagen. “No soy capaz de….” Y la no aceptación de su imagen. Siempre querer ser algo que no logra llegar nunca.

Si te fijas, las personas que tienen la autoestima alta se ven seguras de sí mismas, que toman decisiones, que tienen objetivos, que se miman, que se cuidan, que son capaces de decir no, que buscan retos.

Si nos paramos a estudiar estas características te darás cuenta que son habilidades que se pueden aprender. Son comportamientos que podemos adquirir.

Si empezamos a introducir pequeños cambios y los vamos haciendo nos vamos a sentir mejor con nosotros mismos y esto hará que nos apetezca hacer el siguiente pasito.

Ahí van algunos ejercicios que te ayudarán a conseguirlo:


  • Mensajes positivos diarios: cada noche antes de acostarte apunta en una nota una frase positiva. Ésta la enganchas en un sitio de tu casa donde lo vayas a ver, por ejemplo, el espejo del baño. El día siguiente cuando te levantes, léelo con atención.
  • Meta semanal: proponte una meta a la semana, sencilla, y que no requiera un gran esfuerzo. Por ejemplo, por la mañana, bajar escaleras, no coger ascensor. Si lo consigues tiene premio.
  • Mímate: regálate algo, hazte un baño con sales, ves a la peluquería… Hazte algo que te haga sentir bien.
  • El árbol de los logros: dibuja un árbol. En las ramas escribe tus logros. Ya sé que cuesta al principio pero si te paras a pensar verás que hay. Y en las ramas características tuyas que han hecho que puedas conseguir esos logros.

Hay muchos ejercicios para ayudarte a mejorar tu autoestima. Sólo hace falta que te mires al espejo y te des tú misma ese empujoncito.

¡Porque tú puedes hacerlo!