lunes, 28 de abril de 2014

CAMBIANDO DE PERSPECTIVA: EVITANDO DISCUSIONES



La mujer ha preparado una cena especial y su pareja, por un atasco imprevisto, se retrasa una hora. Cuando llega la cena está para echar a la basura. La mujer está enfadada pero en ningún momento señala y expresa directamente su emoción. Por el contrario, su conducta no verbal es de enfado. El hombre, que no tiene ni idea de esa cena maravillosa, está cansado y molesto por el atasco, no entiende el recibimiento de su pareja y adopta al comienzo una actitud defensiva y extraña. A medida que va avanzando la conversación, el tono emocional negativo, las acusaciones y reproches se hacen más intensos y se termina con echarse trapos sucios que no vienen a colación.  
¿Qué ha pasado aquí? ¿Te suena? ¿Quién tiene la culpa? ¿Cómo ha acabado esta situación en discusión? Ambas partes se han sentido incomprendidas, habrán pensado que el otro ha sido injusto. ¿Cómo se podría haber solucionado? Si cada uno hubiera expresado sus emociones, sentimientos y pensamientos en el momento justo, ¿crees que la escena hubiera sido la misma?
A veces sin darnos cuenta, interpretamos la conducta del otro sin ver más allá, es decir, porqué será que no se nos ocurre preguntar. Fíjate en la escena anterior: imagínate que llega él a casa expresando lo que le había pasado, que había estado en un atasco y que se sentía cansado.
En cuanto a la mujer, no es justo que se enfade por algo que el otro no sabía, ya que, no somos adivinos. Fíjate, debería haber sabido que ella le estaba preparando una cena especial, y “merece” ser reforzada y alabada por hacerlo. Y lo que se encuentra es que el otro llega tarde. No le es valorado en gran esfuerzo que ha hecho para preparar esa cena tan exquisita.
En vez de enfadarnos, primero debemos valorar qué es lo que ha pasado, no emitiendo juicio de valor sin tener información. Y una vez tenemos la información decide si te enfadas o no.
Imagínate que habíais quedado a cierta hora para cenar. Cuando llega a casa te dice: “es que hemos salido del trabajo y me ido a hacerme un par de cervezas con los compañeros”. Tal vez tengas “más derecho” a enfadarte ya que tú habías expresado tus deseos de puntualidad para cenar.
Frente a una misma situación, ambas partes lo pueden ver diferente, y el hecho de que no nos paremos a prestar atención al otro, sino que tenemos idea fija en la cabeza y actuamos a partir de ella.
Un ejemplo para entenderlo: Imagínate que X y Z han quedado en la montaña M a tal hora. X se pone a un lado de la montaña donde hace mucho calor y no hay ninguna nube. Z está en el otro lado de la misma montaña pero aquí, se está formando tormenta y empiezan a juntarse nubes. Uno llama al otro: “¿Dónde estás?” Y el otro le dice: “En la montaña M, y tu?”  “Nooo, yo estoy en la montaña M y no tardes que está a punto de llover”. Y el otro le contesta: “¡Pero qué dices! Seguro que te has equivocado, yo estoy en la montaña M y hace mucho calor”
¿Quién tiene razón? Creo que estamos de acuerdo que los dos. El problema está en que no hacen nada por averiguar porque uno piensa que está en el mismo lugar que del otro. Si aprendemos a escuchar porque opinan diferente a mi frente una situación que yo creo que mi posición es la correcta, tal vez evitaríamos muchas discusiones.

¿Qué opinas?

domingo, 20 de abril de 2014

ASERTIVIDAD: EXPRESANDO LO QUE NOS MOLESTA SIN MORIR EN EL INTENTO



¿Cuántas veces has intentado expresar algo que te ha sentado mal y no has podido? El resultado ha sido una discusión, la conversación se te ha ido de las manos o has acabado incluso sintiéndote culpable porque el otro ha tenido la capacidad de darle la vuelta a la tortilla y además sin darte cuenta.
La asertividad es la capacidad de expresar aquello que nos molesta o no nos agrada a alguien sin tener el objetivo de dañar a la otra persona, con un objetivo de expresión claro y con la emoción negativa desagradable controlada.
La asertividad es una habilidad social y como tal, puede ser aprendida. Su objetivo es tener una comunicación eficaz con el otro. Tu objetivo es expresar lo que sientes o piensas de forma eficaz.
Haim Ginott definió un procedimiento a seguir cuando queramos exponer algo que no nos gusta. Este proceso es una de las reglas de oro de la asertividad. Hablamos de la fórmula XYZ.
Eva Bach y Anna Forés, en su libro “La asertividad para gente extraordinaria” añaden una cuarta parte a este proceso.  
El proceso es el siguiente:

  1. Cuando/Cada vez que dices o haces X: Aquí definimos el problema, cuanto más específico sea el comportamiento que queremos quejarnos, mejor. No criticamos a la persona sino a su conducta.
  2. Esto hace que yo me sienta Y: Aquí va la parte emocional. Digo cómo me siento frente a ese comportamiento. El tono de mi voz debe ser calmado. No juzgamos sino nos centramos en el sentimiento que me ha causado. Analizamos su perspectiva para yo entender el problema y dejo incluso que se exprese cómo se siente.
  3. Me hubiera gustado que hicieras Z o sentirme Z: Podemos expresar nuestras expectativas, nuestros deseos. Comento la conducta que hubiera preferido. Lo expreso en positivo. No usemos frases en negativo. Respetamos la decisión del otro en aceptar o no lo que le decimos. Tenemos que dar una alternativa para cambio. Esto va encaminado a buscar una solución entre los dos.
  4. ¿Qué te gustaría a ti que hiciera yo? Por mi parte me comprometo a…: En qué medida he contribuido para que suceda esto. Qué podría hacer yo. Implica asumir parte de la responsabilidad que pueda correspondernos y estar dispuestos a dar algo de nosotros. Adquirimos un compromiso con el otro hacia el cambio.

El objetivo de usar la fórmula presentada es evitar los ataques, las críticas, la hostilidad. Y fomentar una demanda razonable, flexible, respetuosa. Cambiamos la focalización de la crítica.  Esta forma de expresar también contempla al otro. Se interesa por la perspectiva que ha tomado el otro. Porqué lo ve de distinta manera a mí. E intenta averiguarlo.
De forma resumida podríamos decir: Cuando tú haces o dices X, me siento Y, y me habría gustado que hicieras Z. ¿Qué podríamos hacer para llegar a una solución? ¿Qué podría hacer yo?
¿Lo intentamos?

lunes, 14 de abril de 2014

¿JOVEN PROFESIONAL IGUAL A INEXPERTO? POR SUPUESTO QUE NO



Durante este fin de semana, alguien cercano a mí me explicó lo que le había pasado cuando fue a hacerse una extracción de sangre. Al entrar en la sala donde había varios enfermeros disponibles, ella se dirigió automáticamente al más mayor, hablamos de un hombre entre 40 y 45 años. Los demás, menores de 30. I.B tiene un miedo atroz a los pinchazos y por tanto, buscó a alguien que, a su parecer, le haría menos daño.
La extracción fue bastante traumatizante porque no le encontraba la vena, además de recibir varios pinchazos en ambos brazos. ¿Qué ha hecho que se dirija hacia este enfermero y no a los más jóvenes? ¿Qué clase de información es evocada en nuestro pensamiento para actuar de esta manera? No solamente le sucede a ella sino a la mayoría de nosotros. ¿Significa que profesionales de cierta edad equivale a más cualificados? Por supuesto que no. ¿Qué sucede entonces?
Los seres humanos tendemos a estereotipar a las personas que tenemos delante. En este caso, cuando vemos a un profesional joven, lo "pintamos" como inexperto, inseguro, con poca experiencia.
Los estereotipos son ideas prototípicas que tenemos de ciertas personas con características comunes. Son imágenes mentales muy simplificadas, que proveen de pocos detalles acerca de personas o grupos que comparten ciertas cualidades, características o habilidades. Por ejemplo, solemos pensar que una persona obesa tiene que ser necesariamente simpática y divertida, o una persona joven es más irresponsable que uno más mayor.
En el caso de los profesionales, en lo que me pongo como ejemplo, sucede lo mismo. Cuando vamos a elegir un profesional de cualquier área, entre ellas la Psicología, ¿qué criterios usamos? Tal vez, si cambiáramos de perspectiva, podríamos ver pensar en lo siguiente:
Si ha llegado aquí es porque tiene los estudios y la capacidad necesaria para ejercer. Podríamos decir, que los más jóvenes tienen más energía para luchar, más motivación para hacer bien las cosas, más capacidad de actualizarse en herramientas de trabajo, puede involucrarse más. En cambio, puede que un profesional más mayor, no tenga tanta motivación, porque lleva ejerciendo su trabajo más de 20 años, o puede ser una persona que ha decidido estudiar a los 40 y apenas tenga experiencia.
¿Qué sucede? Fíjate que son los pensamientos que se interponen automáticamente, son creencias que se han creado mediante experiencias que hemos tenido durante la vida, además de la educación que nos han dado o la sociedad donde hemos vivido.
¡OJO! No quiero decir que todo es blanco o negro, me refiero que todos los profesionales jóvenes son buenos profesionales, ni todos los profesionales con más edad no lo sean. Simplemente, me gustaría poner mi granito de arena para que cambie la tendencia.
Por lo tanto, intentemos no emitir un juicio de valor por la edad del profesional, sino por otras características como es su aptitud frente a su especialización.

¿Lo intentamos?
Dedicado a I.B.

domingo, 6 de abril de 2014

ENTENDIENDO LA VIOLENCIA DE GÉNERO: LOS CICLOS DE LA VIOLENCIA



Una vez me preguntó alguien de cercano a mí cómo puede una mujer acabar inmersa en la violencia de género sin haberlo dejado antes. Muchas personas no entienden qué sucede por ignorancia y juzgan a quienes lo padecen sin tener la más mínima idea.
Ferreira define la violencia como aquel comportamiento que a través de diferentes modos, por acción o por omisión, causa daño y pone en peligro a otras personas. Es cuando esta violencia se produce de manera periódica o crónica en una relación afectiva estable, cuando podemos hablar de violencia familiar o conyugal. En la violencia de género tiene que haber necesariamente una persona que se encuentre en posición superior respecto a la otra.
Uno de los aspectos que predicen la violencia de género es el aumento gradual de agresiones verbales, insultos, desvalorizaciones de la mujer, amenazas… aumenta la probabilidad de una agresión física en el tiempo. También si previamente ha habido algún tipo de maltrato psicológico.

El ciclo de la violencia de Walker hace referencia a una serie de fases que se dan en una situación de maltrato y que permiten comprender muchos de los aspectos que se producen en estas situaciones, como la dificultad de salir de la situación de violencia o  la dependencia que se crea en la mujer. Una de las características principales es su capacidad para generar respuestas de miedo e indefensión que facilitan su repetición, por lo que el ciclo se alimenta él mismo.
El ciclo de la violencia consta de tres fases claramente diferenciadas:

  • Acumulación de la tensión: se producen cambios repentinos en el agresor, lo que se traduce en una respuesta negativa a aquello que considera una insatisfacción de sus deseos o una provocación. En esta fase se dan episodios de violencia verbal cada vez más graves, que se extienden en el tiempo, pudiendo durar desde días hasta años, y que en la mayoría de las ocasiones no deriva en una agresión física, quedándose tan solo en agresiones del tipo verbal. La adaptación a la situación y la necesidad de controlarla llevan a la mujer a desarrollar mecanismos de defensa que racionalicen adoptando una posición de responsabilidad, autoinculpación, de búsqueda de causas en factores externa o incluso restando alcance a la actitud violenta.
  • Descarga de la violencia física: en esta fase se pasa de la mera agresión verbal a la agresión física. Se produce una descarga de la tensión acumulada en la primera fase que deriva en conductas agresivas sobre personas o sobre objetos, y su duración e intensidad es variable. Esta fase también se caracteriza porque el hombre una vez que se ha producido la descarga de la tensión en forma de agresión física, es consciente de la gravedad del hecho, lo cual deriva en muchas ocasiones a la negación, minimización o justificación del mismo, no solo por parte del hombre sino por parte de la mujer también. El hecho en sí de la violencia física inevitablemente va a hacer que la relación ya no sea la misma, y que la probabilidad de que vuelva a suceder es mucho más.
  • Arrepentimiento o fase de “la luna de miel”: El agresor, una vez que se ha dado cuenta del mal realizado intenta repararlo pidiendo perdón y prometiendo que no se volverá a repetir, a lo que la mujer responde perdonándolo, aunque en el fondo teme que se repita, sobre todo si ya se ha producido otras veces. Aparecen insultos hacia él mismo con el objetivo de dar lástima y ser perdonado. El hombre sabe que le ha dado una lección a la mujer y que ella nunca más lo provocará. Aparecen sentimientos de culpa de la mujer a causa de mensajes de él del tipo: “si no hubieras dicho eso, no me hubiera exaltado”

Poco a poco la tensión volverá creciendo en el hombre hasta el punto que vuelva a estallar, volviéndose otra vez a la primera fase, ello convierte a la violencia doméstica en cíclica.
La base psicológica con la que juega el agresor  es la confianza, la seguridad y la autoestima de la mujer, sus posibilidades de manipulación están estrechamente relacionadas con la estrategia de despersonalización que va llevando a cabo y que se nutre de atentados psicológicos que desestabilizan a la mujer, acompañados de estrategias de aislamiento.
¿Reflexionamos?