La mujer ha preparado una cena
especial y su pareja, por un atasco imprevisto, se retrasa una hora. Cuando llega
la cena está para echar a la basura. La mujer está enfadada pero en ningún
momento señala y expresa directamente su emoción. Por el contrario, su conducta
no verbal es de enfado. El hombre, que no tiene ni idea de esa cena
maravillosa, está cansado y molesto por el atasco, no entiende el recibimiento
de su pareja y adopta al comienzo una actitud defensiva y extraña. A medida que
va avanzando la conversación, el tono emocional negativo, las acusaciones y
reproches se hacen más intensos y se termina con echarse trapos sucios que no
vienen a colación.
¿Qué ha pasado aquí? ¿Te suena? ¿Quién
tiene la culpa? ¿Cómo ha acabado esta situación en discusión? Ambas partes se
han sentido incomprendidas, habrán pensado que el otro ha sido injusto. ¿Cómo
se podría haber solucionado? Si cada uno hubiera expresado sus emociones,
sentimientos y pensamientos en el momento justo, ¿crees que la escena hubiera
sido la misma?
A veces sin darnos cuenta,
interpretamos la conducta del otro sin ver más allá, es decir, porqué será que
no se nos ocurre preguntar. Fíjate en la escena anterior: imagínate que llega
él a casa expresando lo que le había pasado, que había estado en un atasco y
que se sentía cansado.
En cuanto a la mujer, no es justo
que se enfade por algo que el otro no sabía, ya que, no somos adivinos. Fíjate,
debería haber sabido que ella le estaba preparando una cena especial, y “merece”
ser reforzada y alabada por hacerlo. Y lo que se encuentra es que el otro llega
tarde. No le es valorado en gran esfuerzo que ha hecho para preparar esa cena
tan exquisita.
En vez de enfadarnos, primero
debemos valorar qué es lo que ha pasado, no emitiendo juicio de valor sin tener
información. Y una vez tenemos la información decide si te enfadas o no.
Imagínate que habíais quedado a
cierta hora para cenar. Cuando llega a casa te dice: “es que hemos salido del
trabajo y me ido a hacerme un par de cervezas con los compañeros”. Tal vez tengas
“más derecho” a enfadarte ya que tú habías expresado tus deseos de puntualidad
para cenar.
Frente a una misma situación,
ambas partes lo pueden ver diferente, y el hecho de que no nos paremos a
prestar atención al otro, sino que tenemos idea fija en la cabeza y actuamos a
partir de ella.
Un ejemplo para entenderlo:
Imagínate que X y Z han quedado en la montaña M a tal hora. X se pone a un lado
de la montaña donde hace mucho calor y no hay ninguna nube. Z está en el otro
lado de la misma montaña pero aquí, se está formando tormenta y empiezan a
juntarse nubes. Uno llama al otro: “¿Dónde estás?” Y el otro le dice: “En la
montaña M, y tu?” “Nooo, yo estoy en la
montaña M y no tardes que está a punto de llover”. Y el otro le contesta: “¡Pero
qué dices! Seguro que te has equivocado, yo estoy en la montaña M y hace mucho
calor”
¿Quién tiene razón? Creo que
estamos de acuerdo que los dos. El problema está en que no hacen nada por averiguar
porque uno piensa que está en el mismo lugar que del otro. Si aprendemos a
escuchar porque opinan diferente a mi frente una situación que yo creo que mi
posición es la correcta, tal vez evitaríamos muchas discusiones.
¿Qué opinas?