domingo, 21 de diciembre de 2014

MIEDO: INGREDIENTE BÁSICO EN EL PROCESO DE LAS ADICCIONES



El miedo o temor es una emoción caracterizada por una intensa sensación, habitualmente desagradable, provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado.

El miedo es una emoción que acompaña a los pacientes que están en un proceso de desintoxicación en las adicciones. Es una emoción común en todos ellos y está presente en todo momento, en mayor o menor medida.

Esta emoción se va transformando y la voy viendo en mi día a día en IVANE-ADICCIONES, la Unidad de Desintoxicación Hospitalaria donde trabajo.

La ansiedad va normalmente cogida de la mano. Ya que se percibe amenaza y como tal tu cuerpo reacciona.

El miedo es el motor que les va a ayudar a estar en un estado de alerta permanente. Mal pronóstico es cuando han pasado las primeras semanas, van a salir del proceso de desintoxicación y están muy seguros de sí mismos.

Miedo cuando reconocen el problema y deciden enfrentarse. Aparece en el momento de comunicarlo a los familiares, al qué dirán, si les apoyarán, si les entenderán.

Miedo a no ser capaz, a no saber si han tomado la decisión correcta. Los primeros días en el centro, se sienten que van a la deriva, se dejan llevar por los profesionales y empiezan a sentirse seguros ya que la sensación es que están en una burbuja.

Pero esa sensación de seguridad poco a poco va disminuyendo a medida que pasan los días y se acerca el momento de enfrentarse al “mundo real”.

Aparece en forma de preguntas: ¿cómo será cuando salga de aquí? ¿Y si no soy capaz de mantenerme abstinente?

Una de las cosas que aprenden es que no deben ir en contra del miedo, ese es el comportamiento automático. Debemos hacer lo contrario. Parar y pensar, mirarlo a los ojos y observarlo. Y aceptarlo.

Miedo al “craving” o deseo. Cuando llegue un momento en que aparezca esa necesidad irracional de volver a consumir.

Durante 21 días, empiezan a coger hábitos, cosas como levantarse a una hora, rutinas, nuevos comportamientos. Aparece el miedo irracional de que esto desaparece cuando salen del centro. Es importante, que esto no se olvida de repente si no que deben continuar con la misma dinámica.

Estos miedos son compartidos por sus familiares, es por ello que les parecen preguntas de cómo irá el proceso, ¿Y si lo dejo solo? ¿Tengo que hacer de policía?

El miedo es la fuerza que les ayudará a luchar y continuar hacia adelante.

domingo, 30 de noviembre de 2014

CUANDO MI PAREJA ES UN ADICTO



En anteriores post he comentado cuanto de importante es la familia en el proceso de una persona que tiene problemas con el consumo de una sustancia o con una adicción comportamental. Su apoyo es fundamental. Pero hay matices en cuanto quién está a su lado. Existen diferencias si el familiar es el progenitor del adicto o es la pareja.

Para empezar, como me comentó hace poco la pareja de una persona con problemas con la cocaína, “los padres lo son toda la vida, pero la pareja te la has encontrado por el camino de la vida”. Esto significa, que tener que dar esta comprensión y tener que “aguantar” no es tan fácil cuando es aquella persona con la que has decidido compartir tu vida y ser feliz.

Cuando la pareja descubre el problema, que normalmente no es por confesión del adicto, empieza a entender una serie de cosas del pasado. Una mujer me comentó que le empezaron a venir diferentes imágenes que en ese momento empezó a entender.

Antes de ese momento, la pareja no logra dar explicación a lo sucedido. Es más, si nos referimos a la actitud del adicto, que se encierra en sí mismo, busca soledad, no hay comunicación, la pareja lo achaca a que es porque la relación no va bien, e incluso se siente culpable.

Empieza a entender porque falta dinero más de la cuenta, empieza a conocer la verdad de algunas mentiras.

Lo que creo que llevan peor es el sentimiento de traición y desconfianza. Hace poco, en una reunión con una mujer que acababa de casarse me comentó que lo peor que llevaba era recordar las veces que su marido le había prometido que ya lo había dejado, que ya no consumía. Y cuando vuelve a verse el pastel, no creer que había depositado otra vez la confianza y la había vuelto a traicionar.

Una de las cosas que ayudan a las parejas es entender el proceso de la adicción. Que en este mundo es común las mentiras, el “yo controlo”, priorizar ante los valores y sobre todo lo que le rodea. Los adictos no son conscientes de esto hasta que caen en un pozo donde no ven salida, entran en un bucle en el que no ven momento de salir de él.

Cuando el adicto toma la decisión de pedir ayuda, la pareja está a su lado, sí, es cierto, aunque la sensación que emanan es la de desconfianza, la de vivir en un alerta durante un largo tiempo. Y con ganas de expresar ira y de hacer reproches. Son como volcanes en erupción en el que en el proceso de desintoxicación se están conteniendo.

Aparece también la parte del “qué dirán”. Si lo decimos a la familia o no. Las parejas que optan por no decirlo, se sienten solas, sin poder desahogarse con alguien sin poder compartir esa rabia de la que hablamos.

Sólo decir que la adicción no es solo cosa del que consume sino que tiene consecuencias colaterales que hay que cuidar tanto o más que los propios adictos.

domingo, 16 de noviembre de 2014

¿QUÉ TIENEN EN COMÚN? CARACTERÍSTICAS DE UN ADICTO



Parece que a priori no tienen nada que ver una persona que es adicta a la heroína y otra a las benzodiacepinas. Que unos tengan un alto poder adquisitivo y otros un nivel socioeconómico muy bajo. Una persona de “ventipocos” y uno de 50. Pero todos ellos, cuando escuchas su historia, aparece normalmente una serie de características que hacen que unos se sientan identificados con otros.
Cuando trabajo con las familias de los que están ingresados en la UDH, parece que no tienen nada que contarse, que cada caso es único, pero a medida que va pasando la sesión te das cuenta que aparece una empatía entre ellos, y se sienten arropados porque el comportamiento de su familiar es muy parecido al del otro.
 
Algunas de las características son:
  • Impulsividad: Actúan por impulsos sin medir sus consecuencias. Conducir bajo los efectos del consumo o tomar una decisión sin razonarla son dos ejemplos de ser impulsivo
  • Mecanismo “triquiñuelas” para conseguir lo que quieren: Si emplearan el ingenio que usan para llegar a consumir en otros ámbitos de su vida no saben de lo que serían capaces. Cuando los escuchas, te das cuenta que hay veces que la realidad supera la ficción
  • No saben expresar emociones: Todos expresan que son incapaces de expresar sus sentimientos y emociones. Funcionan a base de estallidos o se va enquistando en su interior. Tienen como un bloqueo interior que lo impide y las da la sensación de desnudez
  • Incapacidad de decir que no: Muchas de las recaídas es porque no han sido capaces de decir no frente a personas muy insistentes
  • Egoístas: Son personas que actúan pensando sólo en ellos sin importarles el daño que están causando. Solo velan por sus intereses
  • Su principal prioridad: La vida es cuestión de prioridades y la adicción se ha apoderado del primer puesto, desbancando a valores como la familia o el trabajo
  • Motor de vida: Muchos de ellos usan la droga para que les ayude a llevar el día a día. Es como para muchos el café de la mañana para despejarse y empezar bien el día
  • Mentirosos: La mentira está en la boca de todos. Su objetivo es conseguir dinero o tiempo, o que nos les pillen ya que están haciendo algo referente al consumo.
  • Robar: La mayoría han robado, dinero u objetos para vender, en casa o en un comercio
  • Ver a través de unas gafas: Cuando dejan de consumir, es como si se quitaran unas gafas de sol, al principio se sienten deslumbrados y no ven bien, se sienten perdidos y a la deriva. Cuando consumen ven el mundo a través de unas gafas oscuras, es por esto que no se dan cuenta de sus consecuencias
  • Funcionalidad de la droga: Todos usan la droga por algún motivo, ya no es por el mero hecho del placer que daba al principio de consumirla. La consumen para evadir problemas, manejar emociones, no se sientes ellos mismos, etc
  • Vida vacía de reforzadores: Cuando les preguntan qué hacen en su día a día, raro es el que me dice que tiene hobbies, o va al gimnasio, se dedican a trabajar (los que lo hacen) y a la búsqueda incesante del consumo

Seguro que hay muchas más, pero ahí os dejo algunas de las que veo en mi día a día.

domingo, 2 de noviembre de 2014

EL POR QUÉ DE LAS RECAÍDAS EN ADICCIONES



La vida a veces nos lleva por caminos que a priori parecen diseñados desde el punto de vista de nuestro piloto automático.
Es una continua alerta que jamás debemos bajar la guardia, yo siempre intento explicar a mis pacientes que desde que se ha cruzado la línea de abuso hacia la dependencia, ya no hay vuelta atrás. En nuestro cerebro se tatúa un interruptor que cuando conseguimos estar abstinente no se borra sino que ponemos en modo OFF. Apagamos la luz pero no significa que ya “estamos curados” sino que le hemos dado al botón. Una manera de saber si has cruzado la línea es identificar si el consumo lo haces por placer (refuerzo positivo) o por aliviar el malestar que te produce si no consumes (refuerzo negativo).
En un momento dado se toma esa decisión y aparecen otras prioridades en la vida de la persona. Empieza a tomar las riendas de su vida, a tener objetivos, a importarle valores como la familia,…
El problema aparece cuando llevas tiempo sin consumir, te encuentras bien, llevas una vida relativamente normalizada. Y aparentemente de repente, se cruza el pensamiento: “Por una no pasa nada”. Este pensamiento es el lobo disfrazado de cordero, es la llave que puede abrir la caja de pandora. Tomamos decisiones aparentemente irrelevantes que de forma inconsciente hacemos como por ejemplo, salir de fiesta con alguien que tú consumías con él, y aparece el “no tiene por qué haber ningún problema porque lo tengo superado”.
Si te fijas, tal vez detrás subyacen otros factores que han hecho que cedas en ese momento. Fíjate qué tipo de pensamiento has tenido últimamente, si tienes algún tipo de preocupación…
Recuerda que cuando consumías tu automatismo frente a cualquier situación que te desbordaba era consumir, era tu vía de escape. Si estabas triste, consumías, si estabas estresado, consumías, si estabas enfadado o aburrido, consumías y un largo etcétera.  Y esto no se olvida sino que permanece en lo más profundo.
Después de un tiempo de abstinencia, podríamos decir que la recaída es volver a dar de una manera regular la conducta adictiva y volver al estilo del adicto.

¿Qué podemos hacer para prevenir una recaída?

  • Analiza cuáles son los disparadores que te hacían consumir tanto externos (situaciones o personas) como internos (pensamientos y emociones)
  • Manejo del craving, recuerda que esa “necesidad súbita” no es estática sino que en pocos minutos notarás que disminuye
  • Aprende habilidades sociales como la capacidad de decir no
  • Busca un equilibrio en todos los ámbitos de la vida, si uno cojea tambaleas pero no caes
  • Cuidado con el efecto EVA (efecto de la violación de la abstinencia): Si hay una caída, un desliz, aparecen una serie de sentimientos negativos hacia uno mismo, de fracaso. Pensamientos del tipo “no soy capaz de superar esto” y “por eso caído otra vez”, “no puedo luchar contra esto”, etc. Esto mismo es lo que debes manejar porque te lleva de la mano directo a una recaída en toda regla

El camino es duro pero no imposible ¡Puedes hacerlo!

domingo, 12 de octubre de 2014

PERFECCIONISMO… ROZANDO LA LOCURA



Cuando alguien comenta que se considera una persona perfeccionista, lo dice con orgullo ya que sabe que la sociedad valora de forma muy positiva tener este rasgo en su personalidad. Esto hace que tus acciones busquen siempre hacer las cosas perfectas y eso a la gente que le rodea le gusta. Pero, ¿qué hay realmente detrás de una persona con esta característica? No todo es oro lo que reluce.

El perfeccionismo es la creencia de que se puede y se debe crear la perfección.
El perfeccionismo tiene esa parte positiva que he comentado en el párrafo anterior, pero también es fuente de estrés para las personas que lo tienen. Tienen una autoestima baja, ya que entre otras cosas, nunca están satisfechos con lo que hacen sino que siempre quieren más, rozar lo perfecto, hasta tal punto que puede ser obsesivo.

Son personas que tienen un miedo atroz al fracaso, a fallarse a ellos mismos y a los demás, a cometer un error. Hacer esto significa el caos, una catástrofe y lo viven como tal. Cometer un error es sinónimo de ser una persona incompetente, y ser criticado por los demás. Una autoexigencia máxima y que roza casi lo imposible.

Son personas que hacen atención selectiva frente a los logros. Magnifica los errores y minimiza los logros, hasta tal punto que no es suficiente por mucho que hagan.

Aparece la necesidad de tener la aprobación de los demás. A pesar de valorar algo positivamente, sino es aprobado por las personas de alrededor no se queda satisfecho del todo.

Sus pensamientos son dicotómicos, de todo o nada. Sino es perfecto lo que hago es horrible o inútil, es catastrófico. No hay punto intermedio.

No toleran la incertidumbre. Tiene que controlarlo todo de tal forma que no haya imperfecciones.

En el ámbito laboral, a menudo el perfeccionismo acaece en baja productividad, dado que se pierden tiempo y energía en detalles irrelevantes de las tareas diarias.

Si consideras que eres una persona perfeccionista, fíjate en cómo has crecido, cómo ha sido tu educación de pequeño. Recuerda si había un nivel de exigencia alto en tu rendimiento y si había castigo cuando no hacías algo bien. Esto puede ser el origen de ese rasgo de personalidad. Uno se comporta de cierta manera por estar regido por una serie de ideas preconcebidas sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre el mundo, que hemos aprendido a partir de la educación que nos han dado o por las experiencias que hemos tenido.

El perfeccionismo desencadena en baja autoestima, es una constante alerta en demostrar a todo el mundo que son capaces de hacerlo perfecto. Pero al ser dos caras de una misma moneda, es uno de los principales problemas para aumentar su autoestima.
Esa creencia de que si no lo hacemos perfecto es catastrofista se debe cambiar por empezar a identificar y reconocer que podemos cometer errores. Fijarse en objetivos realistas y a afrontar el miedo al fracaso.

¿Lo intentamos?