domingo, 12 de octubre de 2014

PERFECCIONISMO… ROZANDO LA LOCURA



Cuando alguien comenta que se considera una persona perfeccionista, lo dice con orgullo ya que sabe que la sociedad valora de forma muy positiva tener este rasgo en su personalidad. Esto hace que tus acciones busquen siempre hacer las cosas perfectas y eso a la gente que le rodea le gusta. Pero, ¿qué hay realmente detrás de una persona con esta característica? No todo es oro lo que reluce.

El perfeccionismo es la creencia de que se puede y se debe crear la perfección.
El perfeccionismo tiene esa parte positiva que he comentado en el párrafo anterior, pero también es fuente de estrés para las personas que lo tienen. Tienen una autoestima baja, ya que entre otras cosas, nunca están satisfechos con lo que hacen sino que siempre quieren más, rozar lo perfecto, hasta tal punto que puede ser obsesivo.

Son personas que tienen un miedo atroz al fracaso, a fallarse a ellos mismos y a los demás, a cometer un error. Hacer esto significa el caos, una catástrofe y lo viven como tal. Cometer un error es sinónimo de ser una persona incompetente, y ser criticado por los demás. Una autoexigencia máxima y que roza casi lo imposible.

Son personas que hacen atención selectiva frente a los logros. Magnifica los errores y minimiza los logros, hasta tal punto que no es suficiente por mucho que hagan.

Aparece la necesidad de tener la aprobación de los demás. A pesar de valorar algo positivamente, sino es aprobado por las personas de alrededor no se queda satisfecho del todo.

Sus pensamientos son dicotómicos, de todo o nada. Sino es perfecto lo que hago es horrible o inútil, es catastrófico. No hay punto intermedio.

No toleran la incertidumbre. Tiene que controlarlo todo de tal forma que no haya imperfecciones.

En el ámbito laboral, a menudo el perfeccionismo acaece en baja productividad, dado que se pierden tiempo y energía en detalles irrelevantes de las tareas diarias.

Si consideras que eres una persona perfeccionista, fíjate en cómo has crecido, cómo ha sido tu educación de pequeño. Recuerda si había un nivel de exigencia alto en tu rendimiento y si había castigo cuando no hacías algo bien. Esto puede ser el origen de ese rasgo de personalidad. Uno se comporta de cierta manera por estar regido por una serie de ideas preconcebidas sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre el mundo, que hemos aprendido a partir de la educación que nos han dado o por las experiencias que hemos tenido.

El perfeccionismo desencadena en baja autoestima, es una constante alerta en demostrar a todo el mundo que son capaces de hacerlo perfecto. Pero al ser dos caras de una misma moneda, es uno de los principales problemas para aumentar su autoestima.
Esa creencia de que si no lo hacemos perfecto es catastrofista se debe cambiar por empezar a identificar y reconocer que podemos cometer errores. Fijarse en objetivos realistas y a afrontar el miedo al fracaso.

¿Lo intentamos?

No hay comentarios:

Publicar un comentario