domingo, 6 de abril de 2014

ENTENDIENDO LA VIOLENCIA DE GÉNERO: LOS CICLOS DE LA VIOLENCIA



Una vez me preguntó alguien de cercano a mí cómo puede una mujer acabar inmersa en la violencia de género sin haberlo dejado antes. Muchas personas no entienden qué sucede por ignorancia y juzgan a quienes lo padecen sin tener la más mínima idea.
Ferreira define la violencia como aquel comportamiento que a través de diferentes modos, por acción o por omisión, causa daño y pone en peligro a otras personas. Es cuando esta violencia se produce de manera periódica o crónica en una relación afectiva estable, cuando podemos hablar de violencia familiar o conyugal. En la violencia de género tiene que haber necesariamente una persona que se encuentre en posición superior respecto a la otra.
Uno de los aspectos que predicen la violencia de género es el aumento gradual de agresiones verbales, insultos, desvalorizaciones de la mujer, amenazas… aumenta la probabilidad de una agresión física en el tiempo. También si previamente ha habido algún tipo de maltrato psicológico.

El ciclo de la violencia de Walker hace referencia a una serie de fases que se dan en una situación de maltrato y que permiten comprender muchos de los aspectos que se producen en estas situaciones, como la dificultad de salir de la situación de violencia o  la dependencia que se crea en la mujer. Una de las características principales es su capacidad para generar respuestas de miedo e indefensión que facilitan su repetición, por lo que el ciclo se alimenta él mismo.
El ciclo de la violencia consta de tres fases claramente diferenciadas:

  • Acumulación de la tensión: se producen cambios repentinos en el agresor, lo que se traduce en una respuesta negativa a aquello que considera una insatisfacción de sus deseos o una provocación. En esta fase se dan episodios de violencia verbal cada vez más graves, que se extienden en el tiempo, pudiendo durar desde días hasta años, y que en la mayoría de las ocasiones no deriva en una agresión física, quedándose tan solo en agresiones del tipo verbal. La adaptación a la situación y la necesidad de controlarla llevan a la mujer a desarrollar mecanismos de defensa que racionalicen adoptando una posición de responsabilidad, autoinculpación, de búsqueda de causas en factores externa o incluso restando alcance a la actitud violenta.
  • Descarga de la violencia física: en esta fase se pasa de la mera agresión verbal a la agresión física. Se produce una descarga de la tensión acumulada en la primera fase que deriva en conductas agresivas sobre personas o sobre objetos, y su duración e intensidad es variable. Esta fase también se caracteriza porque el hombre una vez que se ha producido la descarga de la tensión en forma de agresión física, es consciente de la gravedad del hecho, lo cual deriva en muchas ocasiones a la negación, minimización o justificación del mismo, no solo por parte del hombre sino por parte de la mujer también. El hecho en sí de la violencia física inevitablemente va a hacer que la relación ya no sea la misma, y que la probabilidad de que vuelva a suceder es mucho más.
  • Arrepentimiento o fase de “la luna de miel”: El agresor, una vez que se ha dado cuenta del mal realizado intenta repararlo pidiendo perdón y prometiendo que no se volverá a repetir, a lo que la mujer responde perdonándolo, aunque en el fondo teme que se repita, sobre todo si ya se ha producido otras veces. Aparecen insultos hacia él mismo con el objetivo de dar lástima y ser perdonado. El hombre sabe que le ha dado una lección a la mujer y que ella nunca más lo provocará. Aparecen sentimientos de culpa de la mujer a causa de mensajes de él del tipo: “si no hubieras dicho eso, no me hubiera exaltado”

Poco a poco la tensión volverá creciendo en el hombre hasta el punto que vuelva a estallar, volviéndose otra vez a la primera fase, ello convierte a la violencia doméstica en cíclica.
La base psicológica con la que juega el agresor  es la confianza, la seguridad y la autoestima de la mujer, sus posibilidades de manipulación están estrechamente relacionadas con la estrategia de despersonalización que va llevando a cabo y que se nutre de atentados psicológicos que desestabilizan a la mujer, acompañados de estrategias de aislamiento.
¿Reflexionamos?

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