domingo, 31 de mayo de 2015

DEJAR DE FUMAR EN PRIMERA PERSONA



Por motivo del día de hoy, Día Mundial sin Tabaco, he creído conveniente hablar sobre esta adicción que, todavía hay muchas personas que continúan en ella.
Este post no voy a centrarlo en cómo nos beneficia ni en cómo nos perjudica, de forma objetiva, sino que, voy a hablar en primera persona de mi caso: de cómo me liberé de esta adicción llamada tabaco.

Hace algo más de cuatro años tomé una de las decisiones más importantes de mi vida: dejar de ser esclava de esta adicción. Porque realmente, si te fijas, es dueño de tu vida. Por ejemplo, yo me he vestido a propósito o he cogido el coche para ir a comprar, o anticiparme a cuántos cigarros me quedan antes de ir a casa. O incluso, desesperarte al pensar que si coges un avión vas a estar tantas horas sin poder fumar… Es increíble lo que llegamos a hacer.

Yo empecé a fumar a los 15 años, por una tontería, como todos, por presión social, por hacerme la mayor, por integrarme en un grupo…. Como la mayoría supongo. Y lo dejé con 28 años. Fumaba un paquete diario y si salía un viernes o un sábado, la suma duplicaba.

Miro todas las fotos de esos años y el 90% salgo con un cigarro en la mano. Y no es que no me guste, pero yo sé que no soy capaz de fumar dos cigarros al día, y por eso tomé la decisión de todo o nada.

Hoy en día, de vez en cuando, me aparece un pensamiento fugaz de darle una calada, pero automáticamente se me va de la cabeza, porque sé que seguramente volvería a caer.

Una de las cosas que he aprendido en mi profesión y en mi trabajo con personas que tienen problemas de consumo es que cuando hemos pasado la línea de abuso a la dependencia se nos dibuja un interruptor, que yo actualmente lo tengo en off, pero nunca se borra. Y esto es algo que debo tener muy presente.

En mi caso, un par de meses antes de mi último cigarro, empezó una etapa que en adicciones se llama Contemplativa: hay como dos voces dentro de ti. Una te dice que deberías dejar de fumar, que ya toca, y la otra te dice que continúes haciendo.
En aquella época, recuerdo que yo me quejaba de que llegaba justa a final de mes, y recuerdo entrar a comprar tabaco y había subido 30 céntimos de repente. Y pensé “¿Cómo puede ser que esté tan idiota de quejarme por el dinero y comprar esto todos los días?” (¿Habéis hecho cuentas?)

Sinceramente, mi último cigarro, no sabía que lo sería. Creo que por eso, por no tener esa presión de la última calada, me ayudó. En esa época me levantaba a las seis de la mañana. Me tomé un café en casa y EL CIGARRO. Y pensé: “En vez de comprar tabaco de bajo de casa me lo compro en la estación”. Entonces el cigarro del coche, conduciendo, me lo salté. Al llegar a la estación de tren para ir a Valencia, tampoco compré y pensé “Ahora cuando llegue a Valencia lo haré”. Y me salté el de la estación. Cuando bajé, pensé “ahora cuando llegue al trabajo me lo compraré”. Y el del camino tampoco me lo fumé… Y así sucesivamente todo el día.

Si te das cuenta, el 80% de tus cigarros son hábitos, van a asociados y enmarcados a una situación concreta. Eso hice todo el día.

Es cierto que por la noche me compré un paquete de tabaco. Pero pensé que si había aguantado todo el día, por qué no 24 horas. Y así hice hasta hoy. Por cierto, el paquete estuvo en mi bolso dos meses. Luego lo di.

Que sepáis, que me ayudó mucho que mi pareja no fumara y que en casa sólo fumara en la cocina. Por tanto, y un poco en la línea de los hábitos, me ayudó a no asociar sofá con fumar. Pero tienes que decidirlo tú, tiene que ser tu momento.

Al mes, lo que más noté de diferencia fue la piel, muchísimo más suave, y sobre todo, la capacidad pulmonar.

Pero lo más gratificante fue LIBERARME, ROMPER LAS ESPOSAS DEL TABACO.

¡Visualízate sin un cigarro entre tus dedos y piensa que si te lo propones puedes hacerlo!

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