Cuando una pareja con hijos decide
separarse se preocupan por la reacción que puedan tener éstos e intentan
llevarlo lo mejor posible. Pueden sentirse perdidos por las reacciones que
puedan hacer sus hijos frente a la separación. Aparecen dudas sobre si empiezan
o no experimentar tensión y miedos frente a sus discusiones.
Muchas personas piensan,
equivocadamente, que los niños pequeños no son sensibles a la comunicación interparietal
y las emociones que éstos les provocan.
Los niños seguramente no
entiendan el contenido de lo que los padres digan, pero sí entienden muy bien
las emociones que subyacen en sus discusiones. Esta capacidad cambia y
evoluciona con la edad. Aumenta considerablemente alrededor de los seis años.
Algunas de las reacciones típicas
y predecibles que cabe esperar de los niños en función de su edad y de su grado
de madurez son las siguientes:
Hasta los dos años:
Los bebés responden a cualquier
cambio que se produzca en sus rutinas habituales con enfado, llanto y malestar.
Es por ello que la atención debiera centrarse en las necesidades del niño
y, si llegase a tener que hablar de un régimen de visitas, éstas deberían ser
de corta duración y producirse siembre en un ambiente familiar para el niño.
Dos – cinco años:
Los niños en edad preescolar
tienden a fantasear e inventarse cosas que sólo ocurren en su imaginación. En esta
franja de edad suele ocurrir que piensen que ellos tienen la culpa de la
separación de sus padres. Esto puede ocurrir con más probabilidad si no se les
ha avisado, con anticipación, de la separación.
En esta edad, el comportamiento
es un buen indicador de cómo se sienten. Quizá notemos que sus hábitos de sueño
y comida, o incluso el descontrol de esfínteres, vuelven a niveles anteriores a
la separación y que su lenguaje empeora. Algunos se vuelven demandantes y
absorbentes. A veces, cuando tienen que salir de casa, irse a la cama o a la
guardería, pueden volverse a producir situaciones de ansiedad y buscarse
excusas para no salir. Estos niños no son capaces de entender la separación, ni
de reorganizar sus sentimientos por causa de ésta y pueden sentirse
desorientados o retraerse incluso de aquellas cosas y actividades que antes
disfrutaban. Lo que ayudará a sus hijos en estas edades:
- Mantener las rutinas y horarios habituales
- Aprovechar cada ocasión que se presente para asegurarles que se les quiere
- Y, sobre todo, advertirles de que ellos no son en absoluto responsables de la ruptura
Cinco – ocho años:
Estos niños ya han empezado a
hacer amigos fuera del núcleo familiar y estos se han convertido en personas
referentes importantes para ellos. A pesar de todo, la familia sigue siendo la
principal fuente de seguridad y, ante la separación, su principal reacción será
de tristeza y enfado.
Podrían producirse cambios en su
comportamiento y rendimiento escolar. Necesitan tiempo para reorganizar sus
sentimientos.
Algunos niños se vuelven
agresivos e intentan rechazar cualquier adulto y prefieren estar alejados de
ellos. Algunos niños desarrollan fantasías de reconciliación y tratan de ejercer una importante presión en
los padres para que se vuelvan a juntar. En este caso los padres deberían
sentir la importancia su deseo, pero recordarles que esa es una decisión que
sólo les corresponde a los padres.
Y ahora, ¿qué hacemos
con nuestros hijos?
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