Hay una frase que muchos
conocemos que dice: “Tanto si crees que puedes como si no, tienes razón”. La
verdad es que es una verdad como un templo. El pensamiento es el motor de
nuestras emociones y nuestro comportamiento. Si nos fijamos en cómo
reaccionamos frente a una situación veremos que detrás hay una creencia que ha
hecho que respondamos de una forma específica. Ahora bien, hay veces que si
observamos nuestra conducta y vemos lo que sentimos, nos damos cuenta que no es
acorde a la situación. ¿Qué ha pasado aquí? Tu pensamiento te ha hecho una mala
pasada. Me explico:
Ese pensamiento, que es
automático, es una creencia irracional
que se siente como una idea verdadera y real, creíble 100%. Esa creencia se ha
formado a causa de experiencias pasadas, de la educación que nos han dado o a
partir de la sociedad en que vivimos.
¿Cómo podemos identificar esos
pensamientos? Traigo a este post los pensamientos automáticos que se han
recogido en la literatura:
- Sobregeneralización: A partir de un hecho aislado se crea una regla universal para cualquier momento y situación. Usamos un hecho que ha sido negativo, tal vez un error cometido, y lo considera como modelo de derrota. Por ejemplo: Suspendo un examen. ¡Soy un fracasado!
- Designación global: Se usan formas de expresión peyorativas para describirse a uno mismo, en vez de concretar con el error. Por ejemplo: ‘Qué torpe soy!
- Pensamiento polarizado: es pensamiento dicotómico, todo o nada. Son categorías absolutas. Si lo resultados no son perfectos, es un desastre. Por ejemplo: suspendo un examen: Nunca acabaré la carrera
- Filtro mental: Cogemos un detalle negativo de la situación y nos fijamos sólo en él, así que la visión de la realidad escurece
- Descalificación de lo positivo: Las experiencias positivas no cuentan. De esta manera se mantiene la creencia negativa que se contradice con las experiencias cotidianas
- Conclusiones apresuradas: Hacemos una interpretación negativa son que existan hechos que la validen. Puede ser Lectura de pensamiento: decidimos que alguien reacciona mal frente a nosotros y no nos tomamos la molesta de averiguar si es así. El error del adivino: predecimos que va a pasar algo mal y esto es suficiente para saber la verdad
- Magnificación o Minimización: Damos mucha importancia a un error nuestro o reducimos las cosas de forma indebida hasta que parecen muy pequeñas
- Razonamiento emocional: Nuestras emociones negativas reflejan la realidad
- Enunciación con “Debería”: Nos motivamos con frases que empiezan con esta obligación como si estuviéramos castigándonos. La consecuencia emocional es sentirse culpable
- Etiquetación: En vez de describir un error, nos describimos con algún adjetivo peyorativo. La atribución de etiquetas erróneas implica la descripción de un hecho con un lenguaje con gran carga emocional
- Personalización: Suponemos que todo tiene que ver con nosotros y nos comparamos negativamente con todos los demás
Una vez identifiquemos el
pensamiento automático que nos hace daño, buscaremos un pensamiento alternativo
más acorde a la situación. Un ejemplo podría ser el siguiente: He hecho una
tarta en el horno y se me ha caído. Pensamiento automático: ¡Soy un desastre!
Pensamiento alternativo: He cometido un error, se me ha caído y no pasa nada, ¡comeremos
helado!
¿Lo intentamos?
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